Juan Pablo II instituyó la Pontificia Academia para la Vida con el Motu Proprio Vitae Mysterium[1] del 24 de febrero de 1998. Los objetivos de la Academia son: estudiar, informar y formar sobre los principales problemas de biomedicina y derecho, relativos a la promoción y a la defensa de la vida, sobre todo en la relación directa que estos tienen con la moral cristiana y las directivas del Magisterio de la Iglesia. Para realizar estos fines, en octubre de 1994 se instituyó la fundación "Vitae Mysterium".